miércoles, 25 de enero de 2017

El articulado arte de alejar a las personas

¿Qué sería de mí si no me hubieras encontrado ahí, sola en la oscuridad?

Aunque nos guste el auto engaño, la felicidad no es nuestro objetivo.
Queremos pensar que lo es, pues es lo que debería ser.
Es lo que queremos que sea
Lo necesitamos

Pero no,

buscamos la familiaridad y a veces, a pesar de lo mucho que lo desees,  eso no es lo que nos lleva a la felicidad.

Parece común como empujamos a aquellos que nos quieren y desean aportar felicidad en nuestras vidas. Aquellas personas que te quieren por ser tú, aunque eso en tu cabeza no haga ningún sentido. Que a pesar de tus muchos errores es cómo si tuvieran la capacidad de verte con otros ojos, con una visión que jamás llegarás a comprender pues no es algo de lo que sientas familiaridad.
Sonará triste a primera instancia, más no lo es. Sabemos que merecemos algo más. Estamos concientes de nuestro valor, pero por alguna razón emocional, alguna experiencia vivída en el paso o inclusive algún episodio familiar que dejó marca en tu persona no te deja.
Quieres ser felíz, pero inconscientemente lo que buscas es la familiaridad.
Y crees que así es como llegarás a lo primero.
Es un modo de sobrevivencia -supongo-

No quiero ser fría. 


Cuando alguien llega no puedes mas que cuestionarte cada una de sus intenciones, y sea cual sea la conclusión, termino gravitando hacia el otro lugar.
Y no es algo que hagas consciente. Pues estás feliz de que llegue alguien nuevo a tu vida que te haga sentir bien pero en el fondo de tu cabeza temes a seguir el mismo patrón.
Estribes hacia lo que conoces, hacia lo inestable, lo insustentable y lo rajado.
Pero sueñas con poco de  base y ojos con profundidad.

Pues yo se que puedo
Yo se que quiero
No quiero ser fría

Todo cae más allá de lo que conocemos
Es el salir de nuestra zona de confort